La importancia de la alimentación: tu cuerpo no es un cubo de basura
La alimentación no es un complemento opcional para la salud. Es el combustible con el que tu cuerpo y tu mente funcionan… o se deterioran. Lo que comes cada día está construyendo tu salud o destruyéndola, no hay un punto intermedio.
1. La comida no solo llena, también define
Cada célula de tu cuerpo se fabrica a partir de lo que comes: tu piel, tu sangre, tu cerebro. Si la materia prima es ultraprocesada, cargada de azúcar y grasas de mala calidad, el “material de construcción” será igual de pobre. Pretender tener energía, concentración y buena salud comiendo basura es como querer que un coche funcione con agua.
2. Enfermedades que empiezan en el plato
Obesidad, diabetes tipo 2, hipertensión, inflamación crónica, problemas digestivos… muchas veces no son mala suerte genética, sino consecuencia directa de la dieta. Y lo más incómodo de admitir: casi siempre son prevenibles.
3. La falsa excusa del “no tengo tiempo”
No tienes tiempo para cocinar, pero sí para pasar horas frente a una pantalla o desplazarte a comprar comida rápida. Preparar alimentos reales no lleva tanto como crees, y el tiempo que “ahorras” comiendo mal lo acabarás pagando en médicos y medicinas.
4. Comer sano no es caro (si sabes cómo)
La comida ultraprocesada parece barata porque su coste oculto es tu salud. Legumbres, frutas, verduras, huevos, pescado y carnes magras pueden ser asequibles si se planifica y se evita el desperdicio.
5. No se trata de dietas milagro
No necesitas modas, batidos ni superalimentos exóticos. Se trata de volver a lo básico: comida real, variada, mínimamente procesada, en las cantidades adecuadas para tu cuerpo y tu actividad.
Conclusión:
Comer es un acto diario que puede ser medicina o veneno. La diferencia está en tus elecciones. Puedes seguir creyendo que “un poco de comida chatarra no pasa nada”, pero esos “pocos” suman, y con el tiempo el cuerpo te presenta la factura… con intereses.

